Frente a algunos miembros del órgano legislativo, el Presidente también ha asumido una actitud censurable.
POR: Gustavo H. Cote Peña
La declaración del Consejo de Estado, en la cual se rechazan los reiterados mensajes del señor Presidente de la República sobre sus pronunciamientos judiciales, descalificándolos por considerarlos motivados en razones políticas o en intenciones de detrimento de la voluntad popular, corresponde a una justificada reacción frente al desconocimiento de una labor desarrollada dentro del marco de la Constitución y la Ley. En manera alguna, el pronunciamiento puede entenderse como una limitante a la libertad de expresión del primer magistrado de la Nación.
Tanto él, como cualquier ciudadano, tiene el legítimo derecho a manifestar su desacuerdo con el sentido de las decisiones adoptadas por los jueces. Lo inadmisible, cuando se trata de la cabeza máxima de una de las ramas del Estado, es hacerlo con afirmaciones que cuestionan la transparencia y honorabilidad de las altas corporaciones judiciales por los fallos emitidos en derecho.
Según la Constitución, el presidente es jefe del Estado, jefe del Gobierno y suprema autoridad administrativa. Por tanto, debe tener máxima prudencia en la forma como se refiere a las otras ramas del poder público.
El obrar, en la forma reprochada en el referido comunicado, implica eludir la gran responsabilidad en él depositada para liderar la confianza de los colombianos en toda la institucionalidad.
Al Congreso de la República, bastión esencial de la democracia representativa, le corresponde cumplir con la tarea de tramitar los proyectos de ley. Este cuerpo es el centro de confluencia de las diferentes tendencias políticas. El desarrollo de la tarea legislativa debe obedecer al interés general. Sin embargo, por su naturaleza, sus decisiones están marcadas por los partidos allí representados y por la mayor o menor coincidencia con las iniciativas del Ejecutivo.
En esta labor, juega papel esencial la capacidad de concertación de las dos ramas y las reales posibilidades del gobierno nacional y sus aliados para neutralizar a la oposición en sus estrategias parlamentarias orientadas a atravesar obstáculos en la rueda de los proyectos gubernamentales.
Frente a algunos miembros del órgano legislativo, el Presidente también ha asumido una actitud censurable, como cuando utilizó el calificativo de “malditos” respecto de quienes se opusieron a la aprobación de la reforma tributaria. Este proceder solo aporta una mayor incertidumbre en los colombianos, quienes esperan del primer dignatario, ejemplo de prudencia y temperancia en sus manifestaciones.
El ambiente propio de la época navideña, conlleva invocar el nacimiento de Jesús y sus mensajes de paz, amor y entendimiento entre todos los hombres y mujeres en la tierra.
Sería conveniente que estos días sean destinados por aquellos en quienes radica el liderazgo del país, a pensar más en el bien nacional y en apaciguar sus ánimos, para asumir un 2025 con un ambiente de mayor concordia y respeto.
Gustavo Humberto Cote Peña
Exdirector General de la Dian
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Fuente: https://www.portafolio.co/opinion/analisis/opinion-portafolio-sensibilidad-navidena-620169